Choncho

Choncho

Por Guilherme de Alencar Pinto

Para el TUMP es un orgullo inmenso haber contado con la presencia de Jorge Lazaroff como un integrante de la primera tanda de docentes, y como una presencia importante en aquellos momentos fundacionales. Fueron poquitos años, y hace ya mucho tiempo. El Choncho se incorporó al proyecto en forma natural, porque había participado en el primer Taller Latinoamericano de Música Popular, que se hizo en Montevideo en 1983 y que derivó en la fundación del TUMP, un proyecto que se concretizó sobre todo gracias al esfuerzo de Luis Trochón. El Choncho y Trochón habían sido compañeros de música en el grupo Los que Iban Cantando, habían realizado algún espectáculo a medias, sus trayectorias artísticas corrieron durante mucho tiempo por carriles similares, fuertemente interconectadas. Y además, había sido el Choncho quien había convencido a Trochón a convertirse en docente, encontrándole un lugar en el Nemus, que fue uno de los modelos para el TUMP.

Entonces, Lazaroff fue docente del TUMP desde noviembre de 1983 hasta 1986, hace ya 37 años. Pero dejó una marca fuertísima. Era muy inspirador y motivador su acercamiento a la docencia, tan creativo, divertido, desafiante y libre. Musicalmente era un gigante, tenía una trayectoria muy significativa en la música uruguaya, y sin embargo en el TUMP siempre se ponía como uno más del grupo, repartiendo su simpatía, su humor, su militancia, su capacidad para aglutinar, para generar fenómenos, para motivar. Parecía feliz de estar en ese espacio cercado de músicos jóvenes que prometían una continuidad en algunas líneas que él había contribuido fuertemente a generar. Cuando grabó su obra maestra Tangatos, de 1985, lo hizo esencialmente cercado de compañeros del TUMP, alumnos y docentes que intervinieron haciendo coros, voces habladas y ruiditos varios en casi todos los surcos. El disco está dedicado «A la amenazadora indiada del TUMP, sin la cual este disco hubiera sido algo mucho más parecido a un disco.» De alguna manera, la participación de aquella «indiada» fue una extensión de su trabajo docente: les dio una oportunidad a varios de sus estudiantes de desempeñarse en un estudio de grabación y les propuso desafíos con sus composiciones y arreglos complejos. Pero no fue sólo eso: él realmente sintió que esas personas le daban lo que necesitaba su música, recibió feliz las sugerencias y aportes de cada uno, y la vitalidad interpretativa del disco tiene que ver con esa energía interactiva. Muchas de las personas que aparecían en la ficha técnica de Tangatos se convirtieron en la segunda generación de docentes del TUMP, y empezaron a dar clases teniendo las prácticas del Choncho como una guía, e incluso diferenciándose de él, buscando otros caminos, abriendo las puertas a nuevos gustos y nuevas prácticas, como una manera de mantenerse fiel a su espíritu de búsqueda, renovación, apertura y autocrítica.

Cuando el Choncho falleció, en aquel triste 22 de marzo de 1989, con 39 años, el TUMP hizo su primera publicación, el «número 1» de una revista que nunca tuvo número 2, llamada La Tuba, y que compilaba algunos de sus escritos, textos sobre él, letras, fotos, etc.

Actualmente, sólo los docentes más veteranos del TUMP, ya sesentones, tienen el recuerdo directo de su presencia y sus clases. Pero de los más jóvenes, algunos de los cuales nacieron después de que él murió, es probable que ninguno haya dejado de escuchar alguna anécdota vinculada a él, alguna frase, algún ejemplo conectado con aquella foto de él, sacada por el Capi Olivera, sonriente con su guitarra, y que estuvo tanto tiempo en alguna de las paredes de las distintas casas en las que el TUMP funcionó en el correr de sus 40 años de actividad.

Pero no es sólo por el papel de Jorge Lazaroff en la historia del TUMP que lo vamos a homenajear este 24 de junio, en la peña llamada Rascá la cáscara. Lazaroff fue uno de los músicos más increíbles de la música uruguaya de todos los tiempos. Su obra, como compositor, letrista, cantante, instrumentista, arreglador y conceptualizador de la canción, es de una riqueza infinita, y cada escucha de su música, aun de las piezas que uno ya haya recurrido cientos de veces, revela algo nuevo: un sonidito oculto, una conexión con otra cosa, el descubrir qué tan peculiar es determinado recurso que fluía tan bien que hasta ahora no había llamado la atención.

En cuanto integrante fundador de Los que Iban Cantando, Lazaroff contribuyó fuertemente para generar la movida llamada Canto Popular, que fue quizá la más importante veta de resistencia artística durante la dictadura. Los que Iban contribuyó a establecer, dentro de esa movida, un enfoque ecléctico, que rehusaba todo tipo de encasillamiento, fuertemente experimental, pautado por la oposición/complementación dialéctica, que el Choncho expresó tan bien en su espectáculo Dos, entre la experimentación y las raíces. Con Los que Iban, con Vale 4, con sus discos y espectáculos solistas o en dúos con otros músicos (Trochón, Maslíah, Cecilia Prato) ejerció esa rica veta de un músico «intelectual» que era también visceral, híper-preparado y espontáneo, complejo y elemental, cosmopolita y arraigado, duro y tierno, desafiante e integrador, perfeccionista y cultor de lo imperfecto, «siempre por la misma y cambiando, cambiando». Su obra es extraordinaria, pero además de hacer, fue de esas personas que «hacían hacer», tenía esa índole y también esa capacidad. Fue él el punto de conexión entre los integrantes de Los que Iban Cantando, que difícilmente se hubiera sostenido sin su presencia. Incidió en la formación de Rumbo, en la de Falta y Resto y Asamblea Ordinaria. Convenció a Fernando Cabrera a lanzarse como compositor e intérprete de música popular. Como puse arriba, introdujo Trochón a la docencia. Presentó y puso a trabajar juntos a Mauricio Ubal y Rubén Olivera —una reunión que tendría, entre múltiples consecuencias, la canción ‘A redoblar’—. Al integrar Mil-Ongas, recuperó a Jorge Di Pólito para la canción popular, que él había abandonado para dedicarse a la arquitectura. Y debe haber más historias así. Desde el TUMP, desde la peña Rascá la cáscara, saludamos, recordamos, añoramos a nuestro querido Choncho, y tratamos de tener con nosotros su energía para ayudarnos a seguir construyendo futuro.

Ilustración: Daniela Beracochea.

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